Brasil y su economía en el siglo XXI
autor: Juan Sebastian Cerquera Herrera
Politologo internacionalista
11 / 06 / 2019
Bogota D.C Colombia
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History Internacional
Brasil y su economia en el siglo XXI
Brasil es uno de los países
más importantes y reconocidos en la región y en el mundo, pues es el país más
grande de América del sur, su economía y su política aunque no concuerdan mucho
han sido un factor importante en la región, Brasil cuenta con una economía plus
y un desarrollo contante, y aunque al igual que varios países de Latinoamérica
ha tenido crisis económicas y políticas, sigue siendo un país sumamente rico y
se posiciona actualmente como uno de los países más ricos de América del sur.
Brasil a lo largo de los años, se ha posicionado con una
economía sólida y fuerte con un gran proceso de crecimiento, al mismo tiempo
podemos destacar a Brasil como uno de los países con un proceso de liderazgo
fuerte en la región, esto lo vemos evidenciado con el posicionamiento de Brasil
en los países del BRICS.
La economía de
Brasil comienza a flote en la década de los 90 pero no remontaremos un poco a
conocer los inicios de la era de lula desde 1987 donde se comienza la
agonía de la Nueva República (1987-1989), la cual fue un periodo donde sobrevino
la meta básica de las políticas económicas, en evitar la hiperinflación a cualquier
costo, y
se implementaron dos tentativas de estabilización durante este período
(Planes Bresser y Verão), en que ambas combinaron elementos como el
congelamiento temporal de precios con elementos de control de la demanda, pero
fueron incapaces de poner fin a la voracidad fiscal del nuevo régimen (Neri, 2017).
Las políticas económicas que se estaban fijando en este periodo en Brasil
mostraron un fuerte cambio para las dinámicas internacionales de país y por
otro lado las dinámicas internas de la economía brasileña entraban en un nuevo
rumbo, lo cual pronto traería los gobiernos de Lula de silva y Dilma Rousseff.
Así mismo podemos
evidenciar que en las dinámicas económicas de Brasil a inicios de la década de
los 90 la cuenta corriente del balance de
pagos se equilibró rápidamente (a pesar de que el tipo de cambio real no
hubiera retornado a los niveles registrados previamente), mientras que el
crecimiento del PIB disminuyó considerablemente. Dado el aumento del gasto
público en un momento en que la credibilidad del gobierno era particularmente
débil, estos planes fueron ineficientes para controlar la tasa de inflación por
mucho tiempo, lo que resultó en una explosión inflacionaria a fines de 1989 y
comienzos de 1990 (Neri, 2017) .
Posteriormente
se dieron unos nuevos proyectos para la estabilización de la economía
brasileña, entre esos también destaca el Plan
Collor en el gobierno del
expresidente Fernando Collor de Mello (1990-1991),
que por primera vez en Brasil trató de combinar el objetivo de estabilización
con reformas estructurales. Las principales medidas del frente
antiinflacionario fueron un nuevo congelamiento de precios, la confiscación de
80% de los depósitos del sector financiero privado y la restricción salarial. Donde
al mismo tiempo en la práctica, el paquete de ajuste estructural se limitó a
una reforma comercial sustancial y a un tímido esfuerzo de privatización. Esta
política derivó en la mayor recesión de la historia brasileña documentada
estadísticamente, sumada a una reducción hasta cierto punto inesperada de la
desigualdad del ingreso. Aun así, la proporción de pobres casi se duplicó
respecto a 1986, llegando a 32%. (Neri, 2017)
Por este lado las
dinámicas economías de Brasil comenzaron a crecer en grandes porcentajes, se
puede destacar que los proyectos implementado en los gobiernos José Sarney y
Fernando collor, ayudaron a que el país comenzara a mejorar su economía poco a
poco, así mismo se implementó en el gobierno de los 90 el Gradualismo, del último año del gobierno de Collor (1992), el cual combina
una nueva confiscación de las finanzas privadas, una política de gestión de la
demanda privada moderadamente conservadora, el delineamiento de la apertura
comercial y la renegociación de la deuda externa, cuyo resultado fue la caída
progresiva de la tasa de inflación, la no profundización de la recesión y la
mayor entrada de capitales externos especulativos de corto plazo. Donde por
otro lado los indicadores sociales mantienen la tendencia anterior de reducción
de la desigualdad y aumento de la pobreza. (Neri, 2017) .
Por lo cual, aunque se presentó un fuerte proyecto en estos gobiernos para
acabar con el aumento de la pobreza y la deuda externa, fue un periodo
complicado para Brasil pues los intentos de mejorar la economía decayeron a
unos grandes números, la especulación creció mucho más y los niveles de pobreza
aumentaron, hasta llegar a un descontrol total en el país.
muchos ciudadanos se
vieron afectados fuertemente, posteriormente a finales de este periodo se
presentó la famosa política de frijoles con arroz, iniciada en 1992, una nueva
iniciativa que representó una pálida
tentativa del gobierno de Itamar Franco de recuperar el crecimiento del PIB en
un ambiente de una tasa inflacionaria no sólo elevada sino creciente. La
pobreza y la desigualdad se disparan alcanzando los niveles más altos de la
serie desde 1980. El Plan Real, la política de estabilización más exitosa de
Brasil desde mediados de los años sesenta, se benefició de las reformas
estructurales introducidas previamente (liberalización comercial y financiera,
renegociación de la deuda externa e inicio de la privatización).
El plan
incluyó una fase de transición con la adopción de un “superindexador” (la
Unidad Real de Valor –URV), en la cual deberían convertirse progresivamente
todos los contratos. Los primeros resultados de esta estrategia fueron la
aceleración del crecimiento del PIB y un rápido deterioro de la balanza
comercial debido a un incremento exponencial de las importaciones (Neri, 2017).
También se puede
determinar que los diferentes procesos por los cuales la economía de Brasil
paso a buscar una mejora sustancial de la economía, se determinaron por los
constantes procedimientos que la crisis género en los gobierno de estas épocas,
que produjo unas ondas de choques
externos, donde la estabilidad de precios y el crecimiento del producto se han
visto amenazados últimamente por choques de origen externo, que en un comienzo,
las entradas de capital disminuyeron drásticamente por el efecto tequila
(crisis mexicana) de comienzos de 1995, pero los indicadores sociales todavía
presentaban mejoras sustanciales mientras se desarrollaba este primer episodio.
No obstante, el nuevo riesgo dio un colapso del balance de pagos a partir de
octubre de 1997 y de agosto de 1998, sumado a la inestabilidad de los países
del este asiático y Rusia, respectivamente, obligó al gobierno a adoptar una
política monetaria restrictiva, aumentar algunas tasas arancelarias para
disminuir el ritmo de crecimiento de las importaciones y promulgar un paquete
con aumentos impositivos (Neri, 2017)
Esto género que el país
entrara en una fuerte recesión, se produjo no solo en Brasil si no en la
mayoría de Latinoamérica una fuerte crisis economía, Brasil como los demás
países de américa del sur, tuvieron que implementar unas fuertes estrategias de
choque contra la crisis presentes, su papel principal era no dejar quebrar los
bancos y al mismo tiempo tratar de obtener dinero para suplementar los gastos
del estado, lo cual fue difícil para Brasil, posteriormente llego los años 2000
y con ellos un nuevo gobierno que en si cambiaria el rumbo de Brasil.
Actualmente Brasil se
encuentra bajo el mandato del presidente Michel Temer, anteriormente en un
periodo importante en Latinoamérica y mucho más en los gobiernos del señor Álvaro Uribe Vélez en
Colombia, y el señor Hugo Chávez en Venezuela,
el primero de enero del 2003 y hasta el primero de enero del 2011 asumió
el mandato del país el señor Luiz Inácio
Lula da Silva, antiguo obrero del metal, sindicalista, fundador y líder del
Partido de los Trabajadores (PT), llego a la presidencia bajo un papel
importante en mejorar la economía y la industria nacional del país, se le
planteó el dilema de cómo satisfacer las urgentes necesidades de distribución
de la renta e inclusión social sin renunciar a la disciplina en el gasto
público y al control de la inflación, al igual que políticas ortodoxas
reclamadas por aquellos con los que el país estaba fuertemente endeudado, pues
se buscaba una solución urgente para la crisis económica del país y muchos
brasileños al igual que varios políticos del país esperaban a que el señor Lula
da Silva estabilizara de nuevo la economía del país (Ortiz, 2016).
En el continente,
suramericano el expresidente Lula afianzó el liderazgo sur/latinoamericano de
Brasil, la "potencia natural"
pero no pocas veces vista con recelo por algunos vecinos, en pro de la
integración regional. Entre equilibrios y matices, condujo unas relaciones
ambivalentes con Estados Unidos y Venezuela, donde hubo coincidencias y
desencuentros de manera desigual. Así, el presidente, en 2005, dio el golpe de
gracia al ALCA mientras enarbolaba el ineficiente MERCOSUR, una política de
hecho continuista de la iniciada por su predecesor en Planalto, el
socialdemócrata Fernando Cardoso, pero también guardó ciertas distancias, sin
dejar de participar en algunos de sus consorcios, del ALBA, el vasto proyecto
bolivariano de su amigo Hugo Chávez lubricado por los hidrocarburos fósiles, a
la vez que se ponía de acuerdo con Washington en materia de biocombustibles,
entre otras materias industriales, antes de volver a irritar a los
norteamericanos por su iniciativa de mediación en el contencioso nuclear de
Irán. La Argentina de los Kirchner, como parte del llamado eje
Caracas-Brasilia-Buenos Aires, Perú, con el que forjó la CSN/UNASUR, la Cuba
castrista y la Unión Europea fueron otros interlocutores privilegiados de su
Gobierno (Ortiz, 2016).
Pues se puede destacar
que el gobierno de Lula fue uno de los gobiernos más importantes del continente
suramericano, y obviamente para los brasileños, Así mismo el nuevo sistema político
comenzó a regir en el país la política internacional de cambio de modelo
económico y político y Brasil asumió un nuevo modelo de gobierno de izquierda,
donde algo particular que destaca este gobierno es centro izquierda, un gobierno
muy característico de lula, Aunque la
elección de Lula da Silva para la presidencia de Brasil generó expectativas de
cambio en la conducción de la política económica en el corto plazo, el ambiente
de falta de confianza generalizada, la fuerte devaluación cambiaria, la
aceleración de la inflación y los condicionantes internos destacados en los
apartados anteriores, llevaron a que se adoptase una política monetaria y fiscal
austera y depresiva. Al principio del gobierno se elevó el tipo de interés al
26,5 por 100 al año y la meta de superávit primario al 4,25 por 100 del PIB (Bichara, 2003).
Posteriormente se destacó que el gobierno de
Lula da Silva, se mostraba como un modelo de cambio al país, pero muchos de los
países latinoamericanos y al mismo tiempo los Estados Unidos percibieron que
este nuevo gobierno no seguía las dinámicas de comercio de los Norteamericanos,
pero al mismo tiempo no se presentaba una izquierda total, eso era lo que más
llamo la atención de este gobierno en todo los aspectos, un gobierno totalmente
diferente y con una dinámicas que combinaban la izquierda con los intereses de
desarrollo y comercio de la derecha capital.
"A si mismo Estas medidas tuvieron una serie de consecuencias positivas para la
estabilización de la economía brasileña a partir de la mitad del año 2003. La
tendencia inflacionaria se ha revertido, bajando a un nivel muy próximo a la
meta del 8,5 por 100 para el año 2003. El tipo de cambio se ha reducido
significativamente, bajando de casi 4,00 reales por dólar, al principio del
año, hasta alrededor de 2,90. El riesgo país que se elevó a más de 2.400 puntos
al final del año
anterior, ha descendido a un nivel de alrededor de los 600 puntos. El tipo de
interés ha disminuido a un 20 por 100 anual. Además, se ha mantenido el buen
desempeño del sector exterior, alcanzando récords en las exportaciones y con
una expectativa de déficit en cuenta corriente inferior al 1 por 100 del PIB. (Bichara, 2003).
Después
de que Brasil paso unas épocas totalmente dolorosas y agobiantes en una
constantes crisis, económica, se presentaron unas mejoras al país la economía
se veía mucho más estabilizada y el país había entrado en un nuevo rumbo
político y comercial, los Estados Unidos cada vez dejaban de ser un interés
económico para Brasil por lo cual el país entraba bajo la mirada, del gigante
asiático como un nuevo hegemon económico en el cual Brasil quería socializar,
así mismo Brasil entraba a escalar e integrarse mucho más en los BRICS, por lo
cual el país entraba en una nueva era comercial y de crecimiento,
posteriormente, el primer día de 2011 un
feliz expresidente Lula da Silva entregaba la banda presidencial a su discípula
y heredera, Dilma Rousseff, con un 87% de popularidad. Eran momentos de cenit
personal y de optimismo colectivo porque Brasil estaba "en racha".
Sin ir más lejos, entre 2002 y 2010 el país había ascendido de la decimotercera
a la séptima posición en el ránking de las mayores economías por PIB nominal.
Pero luego, tanto el respetado estadista como la nación entera, cuyos líderes
habían pecado de autocomplacencia, se deslizaron por una pendiente inquietante
de problemas de todo tipo: la salud del ex presidente, que superó un cáncer de
laringe, el estrepitoso deterioro de la economía, una contestación social sin
precedentes y la inextinguible corrupción del PT, que desató otra cascada de
dimisiones en el oficialismo, volvió a llenar los juzgados de procesados y
finalmente tocó de lleno a Lula tras años de rondarle las sospechas y las
pesquisas judiciales (Sennes, 2012).
Pero
el país entraba en un nuevo contraste político el gobierno de Dilma Rouseff
aunque no era un gran cambio al de Lula si presento un fuerte progreso en
diferentes arias muy importantes del país, sin embargo, Brasil en su nuevo
ciclo con el Gobierno de Dilma Rousseff se
enfrentó al menos a cuatro desafíos económicos importantes en su inserción
internacional, dos de ellos relacionados con la agenda interna y los otros dos
con la exterior, donde encontramos, por un lado, el aumento de la tasa de
inversión del país y la adquisición de competitividad en el sector de
intensidad tecnológica mediana y alta y, por el otro, el ajuste al patrón de
las relaciones con China y el mantenimiento del mercado regional como un eje
estratégico y diferenciado de la internacionalización del país. (Sennes, 2012)
Pero
aunque el gobierno presento un duro golpe en su política interna, y se
presentaban cada vez más el desprestigio del gobierno de Lula la expresidenta
Dilma seguía motivada a seguir su plan de gobierno de comercial con china para
mejorar su industria nacional, al igual que aumentar la producción nacional, y
mejorar la vida de los brasileños, por lo cual se creó un proyecto para sacar a
los jóvenes de la pobreza, Posteriormente,
en Brasil, entre 2001 y 2008, el PIB creció un promedio del 3,7% con un máximo
del 6% en 2007. Incluso en la recesión de 2009 el rendimiento fue muy por
encima de la media mundial, con una disminución de solo el 0,2%, para volver a un
crecimiento del 7,5% en 2010, este en el gobierno de Dilma, el cual podemos
observar en la siguiente tabla. (Sennes, 2012)
Posteriormente
según (Sennes, 2012) Los
datos elaborados por el Ministerio de Hacienda y el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social (BNDES) muestran que desde el año 2004, la base
para este crecimiento del PIB ha sido la demanda interna. A diferencia de otros
países emergentes, cuyo crecimiento económico es impulsado por la alta tasa de
inversión, en Brasil la alta demanda por bienes de consumo, duraderos y no
duraderos, es el elemento clave en esta ecuación. No obstante, la tasa de
inversión de la economía brasileña fue del 14,7% y pasó en 2010 al 18,8%, cifra
que se considera baja para los estándares internacionales, esto lo podemos
ver evidenciado en la siguiente gráfica. (Sennes, 2012)
Con
esto es preciso aclarar que en el gobierno de Dilma la economía presento
grandes proyectos para seguirla posicionando a nivel internacional, donde según
(Sennes, 2012) Desde
el punto de vista de las entradas de inversión extranjera directa (IED) en el
país, se están centrando principalmente en el sector de servicios. Entre 2007 y
2009, su participación pasó del 49,1% al 53,6%. La industria aumentó su participación
del 36,1% al 45,5% y la industria extractiva mineral, la agricultura, así como
la ganadería han reducido su participación del 14,8% al 1% de la IED total. Una
parte importante de estas inversiones se concentra en los sectores
non-tradable, tales como el de las telecomunicaciones y la distribución, entre
otros en el sector de servicios, así como en el de los bienes de consumo
durables en el sector industrial. Vale recordar que este comportamiento no
parece coyuntural, ya que la afluencia de la IED en 2010 rompió el récord del
país. (Sennes, 2012) esto lo podemos
evidenciar en la siguiente grafica.
Aunque los servicios hayan sido los que
más crecieron en los periodos del 2007 al 2009 el Gobierno de la presidenta Dilma
Rousseff, han explicitado que los
enfoques prioritarios para mantener el actual ciclo de crecimiento son, por un
lado, el mercado interno y la expansión de la demanda a partir del consumo
básico de las familias, del fomento del sector de la vivienda y bienes de
consumo duraderos; y, por el otro, las industrias básicas y de infraestructura.
A si mismo (Sennes, 2012) tambien nos comenta
que Sintomáticamente, la presidenta Rousseff fue en el Gobierno de Lula la
responsable durante los últimos años del Ministerio de Minas y Energía, así
como del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), cuyo objetivo era
ampliar y coordinar las inversiones en infraestructura en el país. Las reservas
en la capa del pre-sal en la costa brasileña lo cual han acentuado aún más esta
tendencia en años recientes (Sennes, 2012)
Extractivismo
de Brasil
Brasil es considerado como uno de los
más importantes países de Latinoamérica, una de sus políticas más importantes
en todos los gobiernos de Brasil se ha desempeñado en mejorar la economía y
posicionarse como uno de los mejores países pertenecientes a los BRICS. Brasil
como un referente importante en el sur americano desempeña un Extractivismo fuerte
el cual es la apropiación de enormes
volúmenes de recursos naturales o bajo prácticas intensivas que, en su mayor
parte, son exportados como materias primas a los mercados globales. Parece
estar pasando desapercibido que, según esta definición, el mayor extractivista
de América del Sur es Brasil. (Gudynas, 2016)
Así mismo los diferentes procesos por
los cuales Brasil ha desempeñado el estractivismo se han realizado en los
últimos gobiernos del presidente lula de Silva y Dilma Russeff La realidad de los últimos años es otra.
Brasil se ha convertido en el más grande productor y exportador minero del
continente. Este país extrajo más de 410 millones de toneladas de sus
principales minerales en 2011, mientras que todas las demás naciones
sudamericanas sumadas, se apropiaron de poco más de 147 millones de toneladas.
Estos indicadores se basan en la extracción en América del Sur de cobre, Zinc,
plomo, estaño, bauxita, carbón y hierro (que expresan a los principales
minerales por su volumen de extracción y exportación). Es impactante advertir
que Brasil extrae casi el triple que la suma de todos los demás países
sudamericanos que tienen minería de relevancia (Argentina, Bolivia, Colombia,
Chile, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela). (Gudynas, 2016)
Los diferentes productos extractivitas
de Brasil desempeñan una carrera fuerte por un nombramiento como economía
potencia a nivel internacional, Si bien
Brasil es actualmente es un productor petrolero de nivel medio (ocupando el
tercer lugar en América Latina), y se enfoca en su propio consumo, también es
cierto que se está preparando para explotar yacimientos marinos. Su gobierno
espera ubicar al país entre las primeras potencias petroleras mundiales. (Gudynas,
2016)
Los nuevos yacimientos se encuentran en la
plataforma costera, a enormes profundidades, condiciones exigentes de
perforación, y altas temperaturas. Esa extracción es de un enorme riesgo
ambiental, tal como ha dejado en claro el accidente de la plataforma de BP en
el Golfo de México en 2010. A pesar de esa catástrofe y de la evidencia sobre
esos riesgos, la discusión brasileña está mucho más enfocada en los niveles de
las regalías o su distribución, que en sopesar sino sería más sensato una
moratoria en ese tipo de extractivismo. (Gudynas, 2016)
aunque Brasil muestra un fuerte proceso
por desempeñar un aumento económico también juega un papel fuerte en la
ecología, por una búsqueda de superación económica Brasil está descuidando, la
protección del medio ambiente y su biodiversidad. Pues Brasil también se quiere
posicionar como líder en el extractivismo agrícola. Actualmente es el primer productor mundial de soya; en la zafra 2011-12
superó los 66 millones de toneladas métricas (en nuestro continente le sigue
Argentina con 40 millones ton m). Es también el primer exportador mundial, y
buena parte de lo que comercializa lo hace sin procesamiento. Este fenómeno va
de la mano con un enorme aumento del área de cultivo, que ha superado los 24
millones de hectáreas. De esta manera, el extractivismo avanza en Brasil en
varios frentes. Si se agrupan la extracción de recursos naturales mineros,
hidrocarburíferos y agrícolas, el nivel de apropiación es de recursos naturales
en Brasil es escalofriante, y deja muy atrás a cualquier país sudamericano. Ese
estilo de desarrollo genera presiones ambientales y sociales fortísimas, que
van desde los conflictos en el medio rural al drama ecológico que se observa en
el Cerrado o la Caatinga, ecoregiones que pueden desaparecer al convertirse en
tierras agrícola-ganaderas. (Gudynas, 2016)
Brasil y la nueva
dependencia frente a china
Ya conocemos que Brasil ha desempeñado
un modelo ejemplar para mejorar y crecer su economía a sí mismo, Brasil ha
desempeñado un papel importante en generar una estrecha relación con países de
orientes entre esos el más importante el gigante chino, donde durante el período de gobierno de Lula da
Silva (2003-2010) y su sucesora Dilma Rousseff (2011-2015), Brasil fortaleció
su presencia regional y global a fin de consolidarse como potencia media y
alcanzar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, manteniendo un
fuerte activismo político y la continuidad de su política exterior a través del
tradicional objetivo de búsqueda de autonomía. En este período se implementó la
denominada “autonomía por la diversificación”, caracterizada principalmente por
la creación de alianzas de tipo Sur-Sur con socios no tradicionales tendientes
a aumentar el peso de negociación en los diferentes regímenes internacionales y
reducir las asimetrías con los países desarrollados. (BUSILLI, 2017)
Brasil, desarrollo un proyecto en el
gobierno de Lula de Silva, donde buscaba una alianza con china para así poder
fortalecer mucho más su estructura económica, además podemos ver que a
comparación de países como México, Colombia, chile, países fortaleza en
estractivismo y recursos naturales el gobierno de Lula de Silva, desempeño un
papel de izquierda modernizada, el cual se sale de un carácter de izquierda radical
y proteccionista, donde el gobierno de Lula de silva se caracterizó por
desempeñar un papel mucho más abierto a la economía internacional, pero si
destaca la separación que tuvo el mismo con los Estados Unidos, Brasil como la
mayoría de los países latinoamericanos, o suramericanos se ha desempeñado en el
último siglo con una separación económica
con los Estados Unidos, propuestas que se han ido generando desde los 80 y 90
donde se han desarrollado los diferentes procesos de integración
latinoamericana como la construcción del MERCOSUR, la CAN, la UNASUR, entre
otros, pero los procesos más importantes que han pasado los países latinoamericanos,
es que han desempeñado un papel separatista de los modelos neoliberales de los
Estados Unidos un proceso que se ha desarrollado desde la propuesta del modelo
de sustitución de importaciones, y la creación del (ALBA), como una propuesta
separatista y un grito fuerte a los Estados Unidos de que “nosotros los países
latinoamericanos, los países del sur nos separamos de las dinámicas neoliberales
incoherentes de los Estados Unidos”
Con el objetivo de abordar el rol de la
autonomía y describirla en diferentes períodos recientes de la política
brasileña, se tomarán los modelos de
análisis de Tulio Vigevani y Gabriel Cepaluni (2007), quienes describen del
siguiente modo los tres tipos de autonomía experimentados por el país desde la
segunda mitad del siglo XX hasta comienzos del siglo XXI: (BUSILLI, 2017)
Como son la autonomía por la distancia
(hasta 1989): donde fue un período de no
aceptación automática de los regímenes internacionales imperantes y la creencia
en el desarrollo económico a través de un modelo predominantemente autárquico
que ponía énfasis en el mercado interno. Brasil ejerció entonces una diplomacia
que se contraponía a determinados aspectos de la agenda de las grandes
potencias a fin de preservar la soberanía del Estado Nacional.
Luego llego a destacarse también autonomía por la participación
(1990-2001) donde aquí se apostó por la adhesión a los regímenes
internacionales, sin la pérdida de la capacidad de gestión de la política
exterior, donde objetivo principal era poder influir en la formulación de las
reglas y los principios que rigen el sistema internacional.
Posteriormente se presentó la autonomía
por la diversificación (2002- hasta la actualidad) donde en esta etapa la política exterior de Brasil se caracterizó por la
adhesión a las normas internacionales, los nuevos mercados, la
industrialización a gran escala y la mirada a nuevos mercados, en el año 2003, cuando Luiz Inácio Lula da
Silva llega al poder, la percepción sobre el rol de Brasil en el sistema
internacional cobró un giro importante. Existía la convicción de que el mundo
se encontraba en el fin de la era unipolar y se dirigía hacia el multipolarismo.
(BUSILLI, 2017)
Para Lula, Brasil estaba en condiciones
de ejercer un rol mucho más activo en el orden global y de contribuir a la
democratización de las relaciones internacionales, por lo cual según (BUSILLI, 2017) estas eran entendidas como la construcción de un orden multipolar que
refleje con más fidelidad la nueva distribución de poder (ACTIS, 2014:204).
Citado por (BUSILLI, 2017) De este modo, desde 2003 Brasil amplió
sus aspiraciones económicas y políticas haciendo que su proyección
internacional dejase de estar asociada solamente a la esfera económica (global
trader), para pasar a diseñar una inserción económica y política como global
player (ACTIS, 2006) citado por (BUSILLI, 2017)
Uno de los aspectos
más relevantes de la política exterior de Lula ha sido la voluntad de
contribuir al desarrollo internacional, promoviendo la reducción de las
asimetrías características del sistema mundial (AYLLON PINO, 2012) citado por (BUSILLI, 2017)
Es de igual forma importante resaltar la
importancia del aumento de la economía brasileira en los últimos años, al igual
que el aumento del comercio de este país con china donde Brasil en el 2003
logro un aumento del PIB de 8,5%, todo esto gracias a sus nuevas relaciones con
china, lo cual aumentado la compra de materias primas por parte de los chinos y
que posteriormente trae la importación de varios bienes que han incentivado el
comercio nacional.
A si mismo también podemos relacionar y
categorizar el aumento del comercio de china en américa latina, logrando así
una consolidación mucho más fuerte e importante del país asiático en
Suramérica, posteriormente se muestra que países de américa latina desde el
2005 registraron un aumento en las relaciones comerciales con china, aumentando
a si la exportación de materias primas y la importación de bienes y producto.
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autor: Juan Sebastian Cerquera Herrera Politologo internacionalista
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